Significado y ejemplos de la expresión TOMA CASTAÑA
La frase TOMA CASTAÑA es expresión de burla irónica usada para ridiculizar algo sobreentendido.
Ejemplo de uso:
- [Palabras del periodista y escritor Pío Moa, en el minuto 50:30 del vídeo titulado “La Transición*… ¿hacia dónde?”, del canal de Youtube “Una hora con la Historia – Pío Moa y Javier G. Isac”:] Sobre [el presidente del gobierno español Adolfo] Suárez yo me he basado en los libros de Luis Herrero y Gregorio Morán. Este Gregorio Morán con un exceso de interpretación sicológica, sin que sepamos muy bien si con ella queda descrito el biografiado o el biógrafo. Porque, claro, ocurre muy a menudo, por ejemplo con [el escritor inglés sobre la historia de España Paul] Preston… Preston da una visión completamente ruin de Franco. Pero ¿quién es el ruin, Franco o Preston? Claro, cada uno da la visión según cómo uno es, ¿no?, y según se piensa, ¿no? Por ejemplo, la dedicatoria del libro de Morán –se titula “Suárez, ambición y destino”– pues no es lo que se dice afortunada, ¿no? Dice: <<A mi generación, que empezó luchando contra la mentira que fue el franquismo>> –toma castaña**, ¿no? –. <<Y que luego acabó aceptando todas las demás>>. La verdad es que sólo una fracción mínima de su generación luchó contra el franquismo. Que fue una realidad histórica, y no una mentira. Y que, además, estos que lucharon contra el franquismo éramos muy poco franquistas. Éramos comunistas. El franquismo no tuvo oposición democrática. Hay que partir de este hecho real para entender –eso sí– las farsas y las mentiras que han venido después. [* En referencia al proceso político español de paso del franquismo (el régimen autoritario de Francisco Franco) al régimen democrático que le sucedió tras su muerte en 1975. / ** En este caso el uso de la expresión es ridiculizador de la grandilocuencia de las palabras y del hecho de que el aludido presuma de héroe, cuando –en opinión del hablante– no lo fue, entre otras posibles razones por lo que explica a continuación. La expresión <<toma castaña>> aquí equivale aproximadamente a decir <<Qué cosas tiene uno que oír en esta vida>>, entendiendo por <<qué cosas>> <<qué tonterías>>, y/o <<qué falsedades>>, etcétera].
Ejemplo suplementario de <<toma castaña>>:
El poeta afrancesado español Antonio Machado (1875-1939), que, como su predecesor el también afrancesado Mariano José de Larra estaba especializado en vomitar bilis sobre España, tiene un poema, titulado <<El mañana efímero>>, de su obra de 1912 <<Campos de Castilla>>, en el que dice lo siguiente:
<<Esa España inferior que ora y bosteza,/ vieja y tahúr, zaragatera y triste;/ esa España inferior que ora y embiste,/ cuando se digna usar de la cabeza,/ ..>>.
Tiene mérito conseguir en tan pocas líneas tamaña concentración de odio a España. O sea, de odio a los españoles. Porque los llama inferiores (inferiores a los franceses sobre todo, cabe entender), beatos, vagos, tahúres, cornudos y descerebrados. Ahí es nada. Pero lo mejor de todo es que los llama tristes. Toma castaña.
Toma castaña usada aquí como frase indicativa de burla irónica ante algo sobreentendido que se considera un disparate. Lo sobreentendido es la consideración por su parte de los castellanos como gente triste. Sea cierta o no esa consideración, ya que si simplemente se trata de propaganda antiespañola puede no compartir esa opinión (pero cuando sale la cosa tan redondita, lo más probable es que haya convencimiento, porque el odio verdadero es difícil mostrarlo de forma tan perfecta). Y la carga irónica que lleva consigo el uso de la expresión expresa que lejos de ser los castellanos, como los demás españoles en general, gente triste, si por algo destacan es precisamente por lo contrario. Menudo lumbrera, el Machado (si su opinión es sincera). Como su predecesor el también afrancesado Mariano José de Larra, que decía que lo que veía por Madrid era gente muerta. ¡En la ciudad del chotis y las verbenas resulta que, según él, la gente estaba muerta! (pero como eran todos tontos menos él, no se daban cuenta –decía el menda–, a diferencia de él, que como era inteligente porque tenía formación finolis francesa y no paleta española, sí que se daba cuenta). Bueno, todo sea por el reparto de candela. A España, naturalmente.
En su libro del XIX <<Cartas desde mi celda>>, Gustavo Adolfo Bécquer, un personaje infinitamente menos impresentable que los dos sujetos anteriores, además de mejor escritor, cuenta cómo las mozas aragonesas cantaban en sus desplazamientos por el campo. Qué raro, que esa gente muerta pudiera cantar, o medio muerta como mínimo, porque tampoco estaban tan lejos de Castilla. Y no sólo eso, sino que además de cantar las mozas y bailar la nada moribunda jota mozas y mozos, sabían hacer la música más alegre del mundo junto a la también hispana de Hispanoamérica (la salsa, por ejemplo). La misma clase de música, toda ella, que hace que en Youtube se encuentren por doquier comentarios sobre la música del mundo hispano como los que siguen.
Comentarios bajo el vídeo del canal “Flamenco & rumba” presentado con el título de “Yo soy esa – Las mejores coplas”: José Romero: <<Gracias por este regalo que nos resucita el alma. Maravillas de España>>. María Luisa López: <<Gracias por tan hermosa música como la española. No hay otra mejor. La copla española da alegría de vivir y quita todas las penas. Muchas gracias… y viva la música española>>. Kleber Hernández: <<Me da mucha alegría oír a los mejores de Spanien>>. Marie M.: <<La chanson et musique espagnoles: les meilleurs. J’adore>>. Luis Montero: <<Esto es lo español, lo que ayuda a querer vivir, porque lo que nos quieren colar hoy… Hasta en los reportajes taurinos nos quitan el pasodoble y nos meten el inglés. Cómo se manipula un país. Me rompen el alma. Pregunto en qué país estoy viviendo [..]>>.
El pasodoble, dicho sea de paso, es la alegría químicamente pura. A un cenutrio español antiespañol podrá no parecérselo, en el supuesto de que se digne enterarse de que existe, pero, por citar un solo ejemplo más de entre los miles similares disponibles, he aquí otro comentario de Youtube (dejado en el <<full album>> del muy alegre grupo venezolano de salsa clásica de los sesenta Los Kenya): <<Hello! My name is Katya. I’m from Russia and I dont know how I found that, but this is awesome>>. Esta palabra, <<awesome>>, es muy usada en los comentarios en inglés sobre música española. No tanto, ni de lejos, en los comentarios que hay en otras músicas.
Pero qué decir de tantos otros géneros. ¡Si hasta hay un palo del flamenco que se llama alegrías! Escúchese una canción, entre miles comparables, como la titulada “Los aceituneros” a poder ser en interpretación de Marifé de Triana y en el canal de Youtube donde se la titula “Los asituneros” (el canal “Marifé de Triana – Topic”, donde aparece con la imagen bajo estas líneas).

¡Ole ahí! Un derroche de vitalidad y alegría esta combinación de cantante portentosa y música sublime.
¿Cómo unos subhumanos como los españoles, tras ser los seres más adelantados en todos los campos y los más importantes personajes del mundo, de golpe y porrazo resulta que son eso, lo que estos elementos dicen, una chusma que ni tiene canciones, y mucho menos alegres dada su condición torva y –según el amigo Machado– cainita, y como para tirarla directamente a la basura?
<<Y por si no fueran suficiente basura estos dichosos españoletos emperrados en ser como los españoles en vez de como los franceses –podría decir cualquier antiespañol de estos–, luego van y componen el pasodoble “Suspiros de España”>>. <<¡Un pasodoble españolón! ¡Si por lo menos lo hubieran titulado “Suspiros de Francia”! ¡Qué gente! ¡Está visto que no tienen remedio! ¡Mañana mismo me vuelvo a Francia! ¡Vamos, pero que mañana mismo!>>.
¡Buen viaje! –como se suele decir en estas ocasiones.
Es inimaginable que cualquiera de estos juntaletras de postín le dijera a la Marifé <<¡Viva la madre que te parió!>>. Y no digamos que dijera <<¡Viva España!>> o, como hace Manolo Escobar en su famosa canción, se marcara un <<¡Que viva España!>>. Que dijera <<¡Viva la Hispanidad!>> sería ciencia ficción. Y que dijera <<¡Viva la Hispanidad reunificada!>>, algo inconcebible por el mismísimo Dios. Ni en el más enloquecido de los delirios diría ningún antiespañol de estos –partidarios del mayor enemigo histórico de España los unos, los afrancesados, y del también mayor enemigo histórico de España los otros, los anglófilos–, ni en el deliro más enloquecido en que pudieran caer, diría ninguno de ellos nada que no fuera contra España y en favor de sus respectivos amores, o de los dos, porque puede perfectamente darse el caso de que con tal de joder a España no hagan ascos a ninguno, y por ellos como si tienen que irse a la cama con la Gran Puta de Babilonia: no problem, oiga; cualquier cosa con tal de ciscarse en la tierra do moran los ancestros de Iberia.
Aquí hay gato encerrado. Y bastante gordo, además. Porque ¿cómo puede ser que tenga España tantos enemigos internos?, ¿cómo se explica que haya tantos españoles, o supuestos españoles, que parezcan tenérsela jurada a la patria que les vio nacer? ¿Cuál puede ser la explicación de que haya tanto traidor a un país de historia tan grandiosa que lo único normal sería exactamente todo lo contrario, que encontrarle un traidor fuera más difícil que encontrar una aguja en un pajar?
Aquí hay algo muy raro y que huele muy, pero que muy mal; que huele que apesta. ¿Qué será? Nadie pregunte al poeta. Ni al otro. Es dar ideas al enemigo. Dirá en su próximo libro, que lo harán un éxito de ventas como está mandado, que <<¡cómo quiere usted, señor mío, que no huela España mal! ¡Huele a España! ¡Y a ajo! En el supuesto de que España y un ajo no sean una y la misma cosa, que es un supuesto demasiado piadoso por mi parte pero que –sintiéndolo mucho, eso sí–, he de tener en cuenta debido a mi formación en el pensamiento racional francés de pensar con las neuronas y no, como ustedes –porque yo he nacido aquí pero no me considero español–, con las tripas».