Significado de la expresión DAR CIEN VUELTAS
DAR CIEN VUELTAS [alguien a alguien o algo a algo] significa ser extraordinariamente superior [una persona a otra o una cosa a otra].
Ejemplos de uso de la expresión <<dar cien vueltas>>
- –Yo a ti te doy cien vueltas jugando al fútbol. Juego así como diez veces mejor que tú. –¿Sólo diez veces? –Es que lo que tú haces ni es jugar al fútbol. Es jugar a no jugar al fútbol.
- En fútbol Argentina da cien vueltas a la mayoría de los países del mundo.
- ¿Omán? No sé dónde está Omán, pero lo que sí sé es que en fútbol Argentina le da cien vueltas. Eso seguro. Los tres mejores jugadores de la historia del fútbol son todos argentinos: Di Stéfano, Maradona y Messi. Alfredo Di Stéfano, Diego Armando Maradona y Leo Messi.
- Francisco Raúl Gutiérrez Grillo, que artísticamente se hizo llamar Machito, fue un músico cubano nacido en La Habana que fundó en 1940, junto a Mario Bauzá, Los Afro-Cubans, una orquesta de jazz hispano (el llamado, incorrectamente –por antihispana influencia anglosajona (Latin jazz)–, jazz latino). Un tipo de jazz muchísimo mejor, en lo instrumental y en lo que no es instrumental, y sobre todo más alegre, que el jazz propiamente dicho, que es el estadounidense, al que da cien vueltas. Aunque también se lo llama jazz afrocubano, la clara intención es en este caso la misma: desviar la atención de lo hispano, cosa nada rara si se tiene en cuenta que donde más se produjo este género musical fue en Nueva York, precisamente donde fundó esta orquesta el habanero Gutiérrez Grillo. El nombre de Afro-Cubans simplemente hace referencia a la raza de los hispanos componentes de la orquesta, y no a su cultura, que no es africana sino cubana, y por lo tanto hispana. De todas formas, es cierto que en determinados ritmos hispanoamericanos, sobre todo en la salsa, se juega en ocasiones con guiños al mundo africano (al África negra) mediante referencias ensoñadoras a Dakar, en Senegal, y a Mozambique, e incluso hay un grupo salsero venezolano de los sesenta llamado Los Kenya. Pero en ninguno de estos casos hay intención antihispana sino, si acaso, más bien todo lo contrario: la intención de desmarcarse aún más del mundo anglo y su cultura, esto es, de marcar mayor distancia con el mismo. Así, por ejemplo, el gran pianista y compositor puertorriqueño-estadounidense de salsa y jazz hispano Eddie Palmieri, cuyo nombre real era Eduardo Palmieri, sacó en 1965 un álbum titulado Mozambique, en el que sí había una fuerte influencia rítmica africana incorporada como valor añadido pero no había ninguna reivindicación de ascendencia africana, entre otras razones porque Palmieri era un hispano blanco de ascendencia italiana (para más señas, uno de los grandes de la música salsa de esa superpotencia musical que es la perla del Caribe, la isla de Puerto Rico). Esto es así hasta el extremo de que lo que se da es justo lo contrario: en Senegal y algún que otro país africano se incorporaron algunos músicos al movimiento salsero hispano en la época de esplendor de la salsa clásica o dura (poco o nada que ver con la posterior salsa romántica, que, salvo excepciones, es una caquita vaticinadora de las porquerías musicales que estaban por llegar o, más exactamente, por ser incorporadas a la basurización estético-espiritual del mundo). La incorporación de lo hispano al África, y no al revés, queda claramente demostrada por el hecho de que hasta cantaban los senegaleses y demás en español (incluso sin conocer, aparentemente, el idioma (puede escucharse, para verlo, a la Tropical Jazz de Dakar interpretando por ejemplo el tema <<Yo soy Babalú>>, del músico neoyorquino de ascendencia portorriqueña Ricardo Maldonado Morales, conocido musicalmente como Ricardo o Richie Ray)). Es decir, un género musical hispano con esporádicas influencias africanas, fue adoptado por algunos africanos, quienes, curiosamente, ¡lo que solían tocar eran cosas con escaso o nulo contenido rítmico africano! (eso sí, con un toque peculiar, como una especie de desafinamiento o amateurismo, muy sabroso y atractivo para los aficionados a la salsa). Luego de jazz afrocubano o afrolatino y esas invenciones dirigidas a menguar el componente hispano y por tanto el mérito de los hispanos (¡hay que aprovechar todas las ocasiones para hundir o reducirle el mérito a la hispanidad!), nada de nada: esa música no es otra cosa más que jazz hispano, por mucho que se empeñen los acuñadores de etiquetas del negocio musical en llamarlo latino mientras a la música italiana, “curiosamente”, no la llaman latina (lo italiano no es pájaro a abatir), sino italiana. Un género musical de vitalidad tan grande es éste monopolizado casi en exclusiva por los puertorriqueños que en realidad ni siquiera debería llamarse jazz, un género que suele ser bastante apagado y hasta sombrío, pero que en cualquier caso es una música tan portentosa que consigue hacer una cosa dificilísima: dar cien vueltas a una música tan buena –que lo es– como el jazz anglosajón. Y es que el jazz es música buena, o muy buena si se quiere, pero el jazz latino, digo hispano, es música genial. Eso sí (se siente, pollitos): no sirve para echar un pie.

TO RUN RINGS ROUND (or AROUND) [someone] in Spanish
La expresión inglesa <<to run [someone] rings round (or around) [someone]>> se traduce al español por la frase, también aplicable a cosas (cuando una cosa es muchísimo mejor que otra), <<dar cien vueltas [una persona a otra o una cosa a otra]>>.