ÍNDICE
- Significado de la expresión DEJADO DE LA MANO DE DIOS
- Ejemplo de uso
- Otros ejemplos de la frase <<dejado de la mano de Dios>>
- La herramienta de dominio camuflado llamada democracia
- Medios de comunicación y partidos dejados de la mano de Dios
- Dios es un desalmado dictador sin conciencia igualitaria ni ecológica
- España fue una gran nación y podría haber seguido siéndolo
- Todavía no se ha podido convertir a todos los españoles en basura
- Tras más de doscientos años de pavorosa ingeniería social para lograrlo
Significado de la expresión DEJADO DE LA MANO DE DIOS
La frase DEJADO DE LA MANO DE DIOS significa, con matiz de fatalidad o de castigo de la divinidad, en una situación (más o menos prolongada) de circunstancias adversas.

Ejemplo de uso
[Fragmento de un artículo en el periódico alertadigital.com titulado <<España, una nación desquiciada>>:] Como ejemplo diré que en una ciudad del sur de España a la que he vuelto a visitar recientemente, las cosas, al menos en uno de sus barrios más tradicionales, han cambiado radicalmente en estas últimas décadas. Cuando yo lo conocí por primera vez era un barrio habitado sobre todo por gitanos. Un lugar un tanto dejado de la mano de Dios al lado de un antiguo y deteriorado monumento castillo, originalmente árabe. Todo ha cambiado, absolutamente. El nombre es ahora, al menos así rezan las inscripciones, en inglés (creo que no en español) que indican la dirección, “barrio árabe” o algo parecido. J. R. Aguirre. Alerta Digital,25-10-2022.
Otros ejemplos de la frase <<dejado de la mano de Dios>>
[Discurso escuchado, y transcrito literalmente ya que fue grabado, en la barra de un bar (su autor era un cliente en el mismo, que hablaba frente a un cartel, colocado sobre la barra, en el que ponía <<Se ruega no interrumpir al conferenciante y, si no es mucha molestia, aplaudir al final>>):]
(El hablante se dirigía sólo al hombre que tenía al lado, los demás clientes del bar no le prestaban atención, aunque algunos le miraban de tanto en tanto, porque a veces se acaloraba y levantaba la voz)
..dejado de la mano de Dios. Sí, sí, no pongas esa cara de sorpresa: dejado de la mano de Dios. Joder, ¡ya lo creo que dejado de la mano de Dios! [..]
Pues, como te iba diciendo, [..]
La herramienta de dominio camuflado llamada democracia
Bueno, pues eso, que menuda mierda nos ha cargado sobre los hombros la bendita democracia. Mejor invento para hundir las naciones, imposible. Porque te hunden y encima aplaudes con las orejas porque como estás muy orgulloso de ser un abanderado de la libertad, pues la verdad es que para un enemigo es el mayor chollo que vieron los tiempos. Y como encima es dios, el dios de nuestro tiempo en esta desdichada parte del mundo dejada de la mano de Dios, pues cualquiera osa meterse con ella: ¡sus mismas víctimas, entre aplauso y aplauso con las orejas, se van a encargar de crucificarte! Es que es muy fuerte, muy fuerte; lo veo y no lo creo. Y pensar que hasta hace dos siglos se las apañaba la gente tan lindamente sin siquiera conocer esa dichosa palabra que está ahora hasta en la sopa. ¡Qué les pregunten, si no, a los españoles del siglo de oro español si sabían qué es eso! ¿Cómo podría ser la época más gloriosa de este país sin democracia? ¡Pues, entre otras cosas, precisamente porque no había sido todavía víctima del sistema de partidos! Ni el mismísimo Cervantes tenía ni puta idea de lo que es eso. ¿Te lo imaginas yendo a votar a los de la democracia? Qué mal ciudadano, ¿no?, el Cervantes ése, no saber una cosa tan fundamental y tan de vida o muerte, y nunca mejor dicho esto último. Como que la herramienta de destrucción masiva aún no estaba inventada. Para empezar, dividen y enfrentan entre sí a la gente con ella, lo cual basta y sobra para ver la sagacidad del invento: divide y vencerás.
Y eso sólo para empezar. Pero bueno, lo dejo porque no quiero que me salgas con lo de siempre, o que me salga algún listo que me pueda estar escuchando, con que si es que prefiero una dictadura, a lo cual no me quedaría más remedio que responderte con esta otra pregunta: ¿te imaginas a Dios, al Dios con inicial mayúscula, sometiendo Su poder sobre todas las cosas a unas elecciones democráticas en una martingala partidista, con campaña electoral pagada por un poder financiero al que luego el así aupado al poder, el aupado al gobierno gracias a esa campaña electoral tan bien sustentada mediáticamente y tan bien bañada en dinero y por ende tan exitosa, deberá obediencia perruna a su benefactor?
Y es que la cosa funciona así: el poderoso caballero don Dinero mira a ver qué político le interesa tener como marioneta suya al frente del gobierno de un país y le dice: <<Mira, te voy a hacer una propuesta: yo te llevo al poder poniendo a trabajar para ello mi dinero y luego tú, cuando estés en el poder, obedeces mis órdenes. Si te interesa el trato, me lo dices, y que sepas que si no te interesa no te va a conocer ni el Tato y no te vas a poder comer nunca una rosca en política>>. Y con los segundones, lo mismo. ¿Y te imaginas al Todopoderoso metido, como un candidato más, en el vistoso tinglado de las urnas y las papeletas para elegir a lo peor de lo peor, ya que será eso, el que los elegibles a apoyar en los medios de comunicación en poder del dinero, que son casi todos, sean todos lo peor de lo peor lo que mejor garantice dicha lacayuna obediencia por parte de quien ha sido aupado al poder gracias a estar siempre en la tele y demás medios de difusión principales mientras que los buenos, los desconocidísimos partidos patriotas, no salen en ninguno de ellos ni por equivocación o, si los sacan, es para, amañadamente, presentarlos como nazis nauseabundos; o sea, para desprestigiarlos y hundirlos más de lo que están si cabe?
Medios de comunicación y partidos dejados de la mano de Dios
Vamos a ver. ¿Los medios de comunicación son el factor decisivo para que un partido gane unas elecciones, si o no? Sí, ¿no? Porque si tu partido no lo conoce nadie, ¿quién te va a votar? Nadie. Será un partido dejado de la mano de Dios.
Luego quien tenga el control de los medios de comunicación tiene el control de los resultados de unas elecciones democráticas. Y quien tiene dicho control es quien tiene la pasta suficiente para comprarlos, en cualquiera de sus dos sentidos: adquirirlos como propiedad o untarlos. Poderoso caballero es don dinero, ya se sabe. De ello resulta que quienes tienen el control de los gobiernos son los máximos poderes financieros, razón por la cual, entre otras ridiculeces propias del sistema, es ridículo acusar a un gobernante salido del mismo de no cumplir sus promesas electorales. Eso es no saber de qué va este rollo. Las promesas se cumplirán o no se cumplirán dependiendo de lo que al gobierno de turno le convenga para su propio beneficio y/o de lo que le mande el amo, porque donde hay señor no manda marinero. Los gobiernos son títeres, son simples marionetas, todos ellos sin excepción, en manos de quienes los han generado, de quienes los han posibilitado poniendo en marcha los mecanismos necesarios, mediáticos principalmente, para sean esos gobiernos y no otros los existentes.
Por eso hay tanto interés en extender la democracia, en democratizar el mundo, para poder poner, a través de ella, títeres o marionetas, y hacerse, por medio de las mismas, con el completo control de los países. ¿O es que crees que a los difusores de la democracia les importa una mierda el bien de los pueblos a los que la quiere exportar? Eso, ese afán democratizador, se vende, lógicamente, como afán por extender la libertad, ya que se ha conseguido colar, a través del control de los medios y de la enseñanza, la idea de que democracia es sinónimo de libertad, cuando de lo que es sinónimo, como ya advirtió Platón, es exactamente de lo contrario: de lo que es sinónimo es de tiranía y control. Curiosamente, la tiranía democrática, vendida como el no va más de la libertad, sirve también para atacar militarmente a los tiranos que no se doblegan ante uno, porque como son tiranos, y no demócratas como es uno, pues es legítimo, justo y necesario atacarles y destruir sus países para que sus respectivos súbditos pasen a ser libres y disfrutar de la democracia. Si el sistema de control tiránico llamado democracia fuera benigno, por ser su control para bien, pues no pasaría nada. Lo malo es si el control es para mal, que es lo que pasa cuando el controlador es un siervo de Lucifer o una personificación del Maligno, si no el mismísimo Lucifer, que, bueno, no me meteré en estas honduras metafísicas ahora, entre otras cosas porque habría que aclarar con la debida precisión qué es eso del Mal, o quién es el amigo Lucifer, y si son una y la misma cosa, y analizar eso es tela marinera. Lo deberíamos saber todos perfectamente, pero fíjate: tanto derecho a la educación para no tener ni pajolera idea de lo más importante que hay en la vida, ya que es de lo que de verdad va la vida.
Control de la prensa y la televisión, etcétera, etcétera, o sea, de todos los medios de comunicación, incluidas las editoriales, las empresas publicitarias y las musicales, bien directamente o bien indirectamente, a través de su dependencia económica, a veces para la misma supervivencia, de bancos o partidos ya instalados en el manejo de los caudales públicos, partidos a su vez, no se olvide, siempre al servicio no de la gente sino de sus amos. Dominio mediático y político van en el mismo lote. Ambas cosas, medios de comunicación y políticos son la voz de su amo, y los unos favorecen a los otros y los otros a los unos, en el llamado, mira tú por dónde, <<juego democrático>>, je, je, hasta te lo dicen, que están jugando contigo, por si te quieres enterar: un jueguecito en el que además de libertad para elegir, entre malo y peor lógicamente, pues hay libertad de expresión, que es lo mejor de la democracia, ¿no?, y basta con no decir nada de lo que las diversas leyes prohibitorias de determinadas opiniones prohíben para no meterse en líos con la «Justicia».
Los habitualmente llamados medios vendidos son los de este segundo tipo, los controlados indirectamente, mientras que los primeros son propiedad de quienes dictaminan lo que hay que decir tanto en unos como en otros, o sea, de los poderes financieros. Estos últimos, los que pertenecen a los que mandan, son, al parecer, más del 95 por ciento del total a escala mundial, ahí es nada. En cuanto a los primeros, a los habitualmente conocidos como medios vendidos, son, como he dicho antes, los untados. Son, como por tus gestos veo que sabes de sobra, los del tipo referido en este comentario que te voy a leer, que fue publicado en el periódico Alerta Digital, en un artículo del 4-10-2022 titulado <<Los negocios de Sánchez: España deberá casi cuatro veces más por el gas en el nuevo acuerdo con Argelia>>, donde el firmante como Kafkiano comenta sobre el tal Sánchez, que no es otro que el presidente del gobierno español: <<Sánchez sabe que mientras tenga dinero para cerrar la boca a los traidores medios de comunicación, los comegambas (sindicatos), las cúpulas del ejército y las FCSE [esto no sé lo que es: las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado supongo] puede seguir demoliendo España>>. Cerrar la boca a los medios de comunicación, dice. Con pasta. O sea, comprándolos pero no en el sentido de adquirirlos en propiedad, sino en el de untarlos, bien con dinero contante y sonante o a través de publicidad institucional, que viene a ser lo mismo.
Joder, qué despiste. Me he dejado en el tintero casi a la mitad de los medios en términos de influencia social, que son las televisiones públicas. Pero bueno, se sobreentiende que su control es también del poder financiero controlador del gobierno de turno. La televisión pública depende del gobierno, que a su vez obedece al amo. Luego en la tele del gobierno saldrá lo que quiere el amo. En fin, si es que no hay que calentarse la cabeza ni darle vueltas: ya se ve que todas las televisiones y demás medios dicen todos exactamente lo mismo sin variar una coma, y no sólo aquí sino, como mínimo, en todo lo que se ha dado en llamar Occidente, que es en realidad la esfera de influencia anglosajona, en la que se ve claramente que hay una ingeniería social idéntica aplicada en todo él, porque todo él es ahora la misma mescolanza de aberraciones y asquerosidades. Será porque todos los medios tienen un mismo amo, ¿no? Que no es sino el amo de todos los amos, el que está por encima de todos ellos y al que obedecen ciegamente porque están hechos de la misma sustancia o, por decirlo de otra manera, porque son de su misma naturaleza, excluyente de cualquier posibilidad de ser otra cosa, y que no te voy a decir quién es para que no te rías y me tomes por loco. Adivínalo tú si quieres.
El oligarca ruso Boris Berezovsky en un país dejado de la mano de Dios
Me viene ahora a la memoria el oligarca ruso este que llevó a Yeltsin al poder. ¿Cómo se llamaba el tío este que le hizo la publicidad a Boris Yeltsin para auparlo a la presidencia de Rusia? Ah, sí: otro Boris: Boris Berezovsky. Un magnate de los medios de comunicación que –y tengo grabado el documental donde le vi decirlo, ¿eh?– dijo por aquel entonces, con una sonrisilla maliciosa… Bueno, maliciosa no es la palabra. Con una sonrisilla de inteligencia. Con una sonrisilla de inteligencia, dijo el Berezovsky este, mirando a cámara, algo así: <<Yo le dije a Yeltsin: «No te preocupes, que vas a ser presidente. Yo me encargo de ello»>>. Tenías que haberlo visto. Y así fue, efectivamente: el borrachín que habría de ser títere de Estados Unidos al mando de los destinos de Rusia ganó las primeras elecciones de la Rusia postsoviética. A la gente, que naturalmente no tenía ni puta idea de nada, le ponían a este tío como el gran solucionador en los dificilísimos momentos por los que atravesaba un país que seguía estando dejado de la mano de Dios y que parecía que no iba a levantar cabeza como no fuera gracias a la maravillosa democracia que le traían los yanquis, y como era lo único que los rusos veían que se podía votar, porque los demás candidatos –a los cuales, dicho sea de paso, la gente tampoco había elegido como candidatos– sólo cumplían en el juego el papel de comparsas, de individuos despreciables y peligrosos a los que no se debía votar ni loco, pues ya está. Más claro, agua: ¡el juego democrático! En el que <<sí: tú juega a meter la papeleta en una urna si quieres, porque no te obligamos a hacerlo, para que veas qué demócratas y qué poco dictadores somos, pero amigo, también podrías darte cuenta si quisieras pensar un poco, o si algún colega cercano lo hiciera por ti y te comunicara el resultado de sus relexiones como debería ser lo normal, de que el hecho de que se deje jugar a eso no significa que no esté todo atado y bien atado>>. Y quien quiera entender, que entienda.
Dios es un desalmado dictador sin conciencia igualitaria ni ecológica
Y, una vez hecho este pertinente paréntesis para recordarte que tú y yo y todos los demás súbditos del régimen tiránico llamado democracia somos una mierda pinchada en un palo para el poder, como los hechos no dejan de demostrar por más que no se quiera reconocer, queda pendiente la respuesta por tu parte a mi pregunta sobre Dios, que te repetiré sucintamente por si no la recuerdas. Bueno, ahora que lo pienso, no me respondas a mi pregunta sobre si crees que Dios será un buen demócrata, respetuoso con los derechos humanos y todo eso, porque miedo me da pensar que puedas llegar a la idiotez supina de decir que Dios es un dictador y que bien que ha hecho la democracia en matarlo, por dictador y por antiigualitario. Y por muchas otras cosas, claro, de las que también se le podría acusar, ya que cabe dudar, por ejemplo, que esté a favor de las matemáticas con perspectiva de género y de una agricultura planificadamente arrasada pero, eso sí, respetuosa con la sostenibilidad y concienciada con el cambio climático en este mundo dejado de la mano de Dios, que no puede estar más dejado de la mano de Dios, vamos, porque hace falta hilar muy fino para andar con rollos de sostenibilidad y milongas de catástrofes climatológicas al hablar no ya de la no-agricultura sino a la antiagricultura; joder, es que dan ganas de decir “qué pasión ecologista más super guay, oye; si no fuera por el sistemético envenenamiento del ecosistema y porque nos van a acabar imponiendo comer lombrices y cucarachas por el bien del medio ambiente sería perfecta”.
España fue una gran nación y podría haber seguido siéndolo
España fue una gran nación con gente grandiosa durante siglos. En tiempos en los que la gente no pensaba en política sino en Dios y esto todavía no estaba, a consecuencia de ello, dejado de la mano de Dios. De lo mejorcito ha sido, si no lo mejor, de la historia de la humanidad. Pero fue llegar, con el siglo XIX, las ideas contrarias a las tradiciones españolas y a la mismísima naturaleza del ser humano, las paparruchas, las milongas y los rollos patateros de las intelectualidades inglesa, alemana y francesa, fue llegar los venenos de la Desilustración francesa a cuya teta la inmensa mayoría de los intelectualetes españoles –que son en los casos menos traidorzuelos víctimas de un complejo de inferioridad supuestamente provocado por la conspiración negrolegendaria– siguen orgullosamente agarrados, y fue llegar las ideologías, la democracia y los partidos, la politización de la vida y de las gentes, la ingeniería social antiespañola puesta a funcionar a todo trapo por el rey felón y en definitiva toda la basura inmunda salida de mentes perversas que cayó sobre España a raudales, fue llegar toda esas infernales maniobras orquestales en la oscuridad y, como por arte de birlibirloque, dejó de ser así, dejó de ser España lo que había venido siendo desde hacía siglos para pasar a ser un bebedero de patos de unos contra otros, para solaz y contento de los clásicos pescadores en río revuelto. Un mundo, en resumidas cuentas, que dejó de ser religioso o, para ser más precisos, que dejó de girar en torno a una concepción eminentemente trascendente de la existencia, para pasar a ser político y estar centrado en la pasmosa vulgaridad de las nuevas ideas importadas del extranjero, en virtud de las cuales dejó de ser la sociedad española una sociedad sana en la que las cosas estaban ordenadas según la ley natural, de tal suerte que, como bastan para atestiguar las varias guerras civiles causadas por las cizañas corruptoras de vidas, mentes y conciencias introducidas por la modernidad extranjera en el suelo patrio, quedó el solar celtibérico absolutamente dejado de la mano de Dios.
Fue llegar la dichosa modernidad, nada casualmente vendida propagandísticamente tan bien que se ha convertido en palabra inmediatamente asociada, como la palabra <<democracia>>, a progreso y adelanto en el bien de la humanidad, fue llegar la era moderna, con su caterva de innobles y traidores, y la maldita política y demás artificios malignos propios de los nuevos tiempos y a partir de ahí ya sí que –si había alguna duda sobre el nivel del pueblo español– quedó despejada: la morralla humana, en el supuesto de que sólo lo hubiera sido hasta entonces en potencia, pasó a hacer visible acto de presencia, reivindicando además mando en plaza, apoyada por los sucesivos y destructivos sistemas de poder, siempre antiespañoles salvo un caso que a ver si adivinas cuál es, y a los que venía muy bien esa chusma como carne de cañón para la aniquilación de los mejores.
Todavía no se ha podido convertir a todos los españoles en basura
Y hasta hoy, unos días plenamente luciferinos y en los que la basura humana irrecuperable causa espanto, cierto, eso es innegable, pero una gente basurienta que, como siempre durante este largo y aciago periodo de tiempo ha sucedido con esto, queda neutralizada, en mayor o menor grado, y contra viento y marea, por gente de asombrosa calidad y en cuya cumbre, esto conviene resaltarlo, han abundado individualidades cuya excelsitud, posiblemente demostrada sobre todo en su tan prodigiosa como mediáticamente ignorada producción musical, linda con los territorios de la Divinidad.
De que lo que digo es cierto da fe el hecho inverosímil de que, a pesar de encontrarse en las garras de Lucifer, esta gente, la española, ha seguido produciendo divinidad, pues divina es la grandeza, hasta fechas recientes. En el siglo XX ha producido, sólo en el terreno musical, miles de obras sublimes. Incluso en el siglo XXI, en el que todo se encuentra moribundo bajo el aplastante peso de las querencias luciferinas, da destellos de luminosidad celestial. Uno ha sido testigo de bastantes, cuando lo normal es que eso fuera, a estas alturas de la historia de la destrucción nacional, de todo punto imposible. Ciertamente su grandeza, la del pueblo llano español, ha debido ser inverosímil para que quede todavía tanta tras tanto tiempo sometido a los más escalofriantes odios y a las más enconadas cóleras del mal. De hecho, el mismo hecho de que el mal se cebe con esa saña especial en este país ya lo dice todo: sólo se odia a muerte a lo que más se diferencia de uno, en este caso a lo menos luciferino y por ende más cercano a Dios.
Tras doscientos veinte años, de los cuales los últimos sesenta y cinco (pues la ingeniería social destructiva empezó, con las películas llamadas <<españoladas>>, a finales de los sesenta, en las que los españoles eran reflejados como una panda de ridículos botarates) han sido de aúpa, y los últimos diez ya la intemerata, si tras tanto tiempo y tantos medios usados en convertir la nación y su gente en una mezcla demoníaca de encanallamiento y putrefacción, todavía queda mucho personal digno de admiración, eso es cuasi milagroso. ¡Joder, que se ha torpedeado incesantemente al españolito de a pie, para provocar su ruina física, mental y espiritual, por tierra, mar y aire! ¡Y desde la más tierna infancia, pervirtiendo y adoctrinando a los niños mediante la educación maligna obligatoria, en la que les enseñan que <<dos y dos son cuatro pero depende porque a lo mejor resulta que no, que son cinco>>, y que de todas formas qué importa eso, porque <<lo importante es tocarse la punta del nabo, coño; o mejor quitárselo y hacerse mujer, que para eso en la variación está el gusto y además tenemos derecho a ello, coño>>. Ah, esta clase de cosas y también que hay que odiar mucho a los demás españoles, que son todos unos impresentables y dan asco. De un ataque así no hay quien salga salvo y sano. Es lo que se llama un torpedo dirigido a la línea de flotación, que te hunde fijo. Y sin embargo, hay bastante personal al que no le ha hecho demasiada pupa, y a algunos, eso me consta, ninguna, les ha resbalado todo, incluso sin haberse apercibido de la jugada y por ende haberse opuesto a ella de forma deliberada. Su propia forma de ser se encarga de realizar el milagro de ponerles a salvo. Donde ha habido siempre queda, pero mucho debía de haber para que quede tanto. Bueno, mejor “tanto”, entre comillas. (¿Has visto qué bien escribo en el aire con la punta de los dedos las comillas? Para algo tenía que servir la tele, además de para manipularnos y adoctrinarnos, en este patio de monipodio dejado de la mano de Dios).